La incontinencia urinaria (UI), o el problema de control de la vejiga, es una condición cuando una persona ha perdido el control sobre su vejiga y fugas de orina involuntaria. Aunque una condición común que afecta a miles de personas en todo el mundo, ser diagnosticado con incontinencia urinaria puede ser abrumadora ya que afecta severamente la calidad de vida de uno.
Varios factores pueden contribuir al desarrollo de esta afección, incluidos los músculos del piso pélvico debilitados, el daño nervioso, los cambios hormonales, ciertos medicamentos, infecciones del tracto urinario y afecciones médicas subyacentes, como el agrandamiento de la próstata o el prolapso de órganos pélvicos.
Dependiendo de la causa, la incontinencia urinaria puede clasificarse en cinco tipos: incontinencia de estrés, incontinencia de inicio, incontinencia de desbordamiento, incontinencia funcional e incontinencia mixta. La incontinencia urinaria también puede ser temporal o crónica, dependiendo de los síntomas de la afección.
Los casos de IU leve a moderado pueden tratarse utilizando métodos conservadores como modificaciones de estilo de vida, ejercicios de piso pélvico y pesarios. Si estos métodos no proporcionan un alivio adecuado, los médicos pueden sugerir intervenciones quirúrgicas como procedimientos de eslinga, suspensión del cuello de la vejiga, implantación artificial del esfínter urinario y técnicas de neuromodulación para restaurar o mejorar el control de la vejiga al abordar los problemas anatómicos o funcionales subyacentes. Este artículo analiza los pros y los contras de la cirugía de incontinencia urinaria en comparación con otros tratamientos no quirúrgicos.
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